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Mostrando entradas de agosto, 2017
De locos, locuras y Sociopatía institucional S viene continuamente a pedirme café, pero no un café cualquiera. Quiere el café sin filtrar. Agua y café, dos o tres cucharadas grandes. Luego se va. Cuando viene a veces paga con una poesía, un lápiz o un cuento, aunque cada vez han ido a menos sus pagos. El segundo día me contó parte de su vida, la vida de interno. Maníaco depresivo, trastorno bipolar, trastorno límite de la personalidad ... no lo sabía bien, ni tampoco los psiquiatras que lo diagnosticaron me comentó. Hacía poco que vivía en una residencia cerca del bar, y no le gustaba, pero su madre estaba ingresada también en una residencia por una depresión aguda y solo con su padre no podía estar me dijo. Así que él se escapaba cuando podía de la residencia y se iba a pasear o tomarse su café. Me enseñó los moratones que tenía en el cuerpo por haberse caído de la valla. También la pierna, con muchas varices, que según dijo era porque antes tomaba anfetaminas. Una noche vino

"La SOLTERONA"

Casi cada dia M viene a  tomarse un tinto de verano, una copa de rioja, una cerveza o lo que le viene en gana. Coge el periódico y tranquilamente va leyendo mientras pasa el tiempo. A veces  está una hora, a veces más. El primer tinto de verano que pidió no fue del todo de su gusto, y era probable ya que era el primero que yo preparaba, así que me explicó como hacerlo, y yo cada día que me lo pide así se lo hago: hielo, trocito de limón, vino y gaseosa. Uno de los días que lo pidió la atendió otro camarero, y ella le dijo si se lo podía preparar yo. A un camarero experto diciéndole esto¡¡ Válgame Dios¡¡ -Pero que se pensará ella? que no sé preparar un tinto de verano¡ M dejó de ser M y pasó a ser una solterona, una mujer de más de cincuenta años, que acudía sola, que posiblemente estaría divorciada, viuda o nunca habría tenido pareja, y evidentemente masculina porque ya se la presupuso heterosexual. También pasó a ser una amargada. M dejó de ser una periodista prejubilada de tve,
La espera no es un tema cualquiera, y menos cuando se da en un bar, una cafetería o un restaurante. Los clientes esperan ser atendidos, tener la comida servida en la mesa, tener una comida apetitosa y buena. Los clientes, o muchos o algunos, lo quieren todo a su medida. - Oye, ¡que llevamos media hora esperando! - Disculpen, ¿media hora ya? - Vamos esto es increible - Igual mire el reloj, porque hace nada le dije a la mesa de arriba que habían sido muy puntuales, y eran las 9:30, así que aún no llegan a los diez minutos de espera. ¿Sabe que pasa? que las expectativas que ponemos en las cosas nos frustran, y hasta vemos la realidad de una manera diferente, y encima nos pone de mal humor, o nos enfada, o nos da rabia... Igual mejor disfrutar de lo que significa estar en una mesa, disfrutar del tiempo y el compartir con los otros. Y así es, la espera desespera a algunas personas, por pequeña que sea. Esperamos lo que creemos que debe ser, y terminamos con alguna versión de lo que