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De nombre se llamaba ANSIEDAD

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                                    Las manos de la ansiedad.   Oswaldo Wayasamin De nombre se llamaba ANSIEDAD Hay días y horas que los bares son desiertos, sin nadie. Eso hizo que Paca, una chica que vino a buscar trabajo se acercara a preguntar si la llamaríamos. Ella misma ya vio como iban las cosas. Poca gente. Al momento Charlie que cerró el bazar cercano al bar se pasó también. Yo, como no tenía a quién atender me senté con ellos a charlar. Y una conversación sin más, como podría ser otra cualquiera, cambió de formato. Charlie estaba de pie, no se sentaba, agarrado a su bici, diciendo que se iba a ir ya. Yo o por intuición, o por experiencia o por casualidad sentí que algo le pasaba y le pregunté si quería que lo acercara con la furgoneta a casa. Aunque cada día hacía el recorrido en bici, 10 km, ese día sentí que me agradecería el que lo llevara. Y así fue.                                                                                                   Nada más entra

Manifiesto CONTRAdemocracia y CONTRAlibertades

Manifiesto CONTRAdemocracia y CONTRAlibertades Para entender lo que pasa en Cataluña hay que hacer un análisis que tenga en cuenta diferentes variables. Este análisis tiene que reflejarse esencialmente en dos puntos: un análisis político, y uno social, y cada uno de ellos teniendo en cuenta tres escenarios diferenciados: el que se da en la propia Cataluña la relación de Cataluña con el estado Español la mirada internacional sobre lo que está sucediendo en Cataluña pero aún teniendo en cuenta los diferentes escenarios, el básico para entender lo que sucede a otros niveles es el que se da dentro del territorio catalán y que sigue la lógica de cualquier otro conflicto: Espacios compartidos de relación: el territorio catalán Los desencuentros: la idea de los márgenes territoriales de Cataluña, seguir perteneciendo al Estado Español o independizarse del mismo. A partir de aquí surgen, Dos grupos sociales diferenciados: partidarios de la inde

Un ARCOIRIS como BANDERA

Luisa (nombre ficticio) empezó a asomarse por el bar. Vino un día sola, luego con un chico y un perrito, después con un grupo de amigos y amigas. Pasados unos días empezó a coger confianza y me dijo que estaba casada con el chico del que venía acompañada con un perrito. Dentro de nada celebraban su aniversario. Se habían casado en una de las residencias en que habían estado. Luisa tiene casi sesenta años, y su marido, le pondremos de nombre Toni, tiene treinta y tantos. Se piden siempre dos cafés largos y un bocadillo. Beben y comen y apenas hablan. A Toni le tiembla la mano continuamente, es de las cosas en que mi vista se fijó. Y apenas habla. Es Luisa la que suele mantener conversación. Un día mirando la bandera del arcoiris en una de las macetas de la terraza me dijo: esa es mi bandera y siempre será. Yo viví 18 años con una jueza de Valencia, que ahora trabaja en la ciudad de la justicia. Curiosamente Bernardo me había dicho esa misma mañana que le parecía que Luisa era le

Esperar, COMER, BEBER y buscar la FELICIDAD

A veces hace falta recordarle a determinada gente para que se asoman a "la barra de un bar". Los actos de comer y beber, más allá de sus aportes en nutrientes esenciales e indispensables para la vida, han sido y son prácticas culturales, sociales y emocionales. A lo largo de la historia y en culturas diversas, los alimentos se han utilizado en momentos de trascendencia social y cultural como rituales, fiestas o sacrificios, y de igual modo, lejos de estos actos de más alcance social la comida y bebida ha formado y forman parte de nuestras vidas de una manera especial y cotidiana, como de la vida familiar, de las relaciones sociales, y también de los tiempos para estar con uno mismo. Los momentos en los que está presente en desayunos, almuerzos, comidas y cenas son momentos de convivencia, de estar con los otros, de creación y mantenimiento de vínculos y apego familiares y sociales. En cierto modo por ello histórica y culturalmente sentarse alrededor de una mesa ha

Una SANDÍA como moneda

Que en un bar te pidan una cerveza es de lo más común que pueda pasar, ahora, que a la hora de pagar te ofrezcan una sandía eso ya no es tan común. F me presentó a uno de sus amigos, que tiene un puesto en el mercado que tenemos cerca del bar. Iba a ser un gran cliente me decía continuamente F. F da repelús, tiene casi todo aquello que yo aborrezco, pero en este caso me ofreció una anécdota graciosa, ya que su amigo no solo me pagó con una sandía, si no que además me dijo que valía 2,5 euros, más que la cerveza, con lo que yo aún le debía algo. Hemos perdido formas de intercambio como esta, y ojalá pudiéramos recuperarlas de algún modo, la salvedad es que cuando pilla de improvisto no hay reciprocidad alguna, ya que yo no sé si prefería sandía, melón, melocotones o algo de dinero para con él llegar a comprarme alguna cosa que no tuviera G en su puesto del mercado.

De congresos de Antropología en Valencia

Desencuentros antropológicos en congresos. (¿Le podríamos llamar violencia simbólica de baja intensidad?) PepaRandis. 5/09/2017 El Congreso de Antropología que se celebra en Valencia es un punto de encuentro donde analizar, describir, criticar, reflexionar, etc. sobre determinados contextos culturales y sus gentes. En estos análisis y descripciones es fácil encontrar desde la antropología una vertiente crítica a determinados modos de hacer y proceder. Ahora bien, parece ser que la antropología en su tradición de estudió de los “otros” sigue sin mirarse a si misma, y carece de esa mirada crítica hacia si misma. O diría que tanto mirar a “los otros” ha hecho que nos olvidemos de “los nosotros” y no tengamos una mirada crítica en cómo procedemos en determinados temas. Esto me hace pensar que puede que en lugar de mirar a la Antropología como disciplina lo que deberíamos es mirar que hacemos los antropólogos/as. Puede que sí, y ahora mismo pensando puede que más que interesarme que hac

Intercambio de poemas

MA, J y D vinieron a visitarme y de paso tomarse un café americano. Les pregunté de nuevo por S y me dijeron que seguía atado e incomunicado. Entre café y café le escribí un poema a S y se lo pasé a D para que se lo hiciera llegar. Por la tarde S pasó por el bar, tenía las muñecas rojas y amoratadas, me dijo que se lo hizo mientras se soltaba. Consiguió hacerlo a mordiscos. "solo han atado el cuerpo, nada más. La cabeza no pueden" me dijo. Y a pesar de todo estaba contento. También por la poesía. Por la noche a la vuelta a casa me lo encontré al lado de donde suelo aparcar. Al día siguiente volvió. Lo habían vuelto a atar y se había vuelto a escapar. Esta vez no estaba contento. "¿Pero que mal hago yo? si yo no hago mal a nadie" me dijo. "Solo quiero pasear". Y así era, sus escapadas eran solo para pasear, una hora, dos, tres, una tarde, una mañana y también una noche. Nada más para él. Pero sí para la institución a la que transgrede en sus normas. Q